La provincia de Soria ocupa una parte importante del territorio de la Celtiberia Histórica. En esta zona se puede seguir la evolución de esta cultura, desde los Castros (siglo VI-IV a.C.), primeros poblados estables, de pequeñas dimensiones, situados en lugares estratégicos y fuertemente defendidos, que ocupan, sobre todo, la Serranía Norte, hasta la aparición de las ciudades, a partir del siglo III a.C
La existencia de las ciudades celtibéricas se hace evidente a través de las narraciones que los historiadores romanos proporcionan de la conquista de la Celtiberia. El control romano del Alto Duero se inicia con las segundas Guerras Celtibéricas (153-133 a.C.), en las que tendrán un papel destacado las ciudades arevacas, especialmente Numancia, que al decir de Apiano, era la más poderosa de los celtíberos, y que encabezó la resistencia, junto a Uxama y Termes, a lo largo de veinte años, terminando con el cerco de Publio Cornelio Escipión Emiliano en torno a Numancia, en el 133 a.C.
La celtiberia ulterior
Aunque existe discordancia entre los historiadores de la antigüedad, se puede deducir de sus noticias, referidas a los siglos II y I a.C, que se da el nombre de Celtiberia al territorio situado en el reborde montañoso donde se encajan las cordilleras Ibérica y Central y sus zonas aledañas, donde se establecen las divisorias de las cuencas del Tajo, Ebro y Duero, es decir, la zona oriental de la Meseta Norte y el lado derecho de la cuenca media del Ebro.
No obstante, se diferencia la Celtiberia Citerior, de mayores posibilidades agrícolas y riqueza básica, más abierta a influencias exteriores provenientes fundamentalmente del Mediterráneo ibérico, correspondiendo a bellos, tittos y lusones, y la Celtiberia Ulterior, circunscrita al Alto Duero, con límites en la divisoria de Duero y Jalón, predominio ganadero y más marginada de los focos económicos y caminos dominantes, atribuida a arévacos y pelendones.