La conquista romana trajo consigo una serie de transformaciones en el mundo celtibérico, manifestadas en una progresiva aculturación, conocida como romanización, y que afectó a todos los aspectos de la vida indígena: construcción de nuevas edificaciones (termas, teatros, circos,) la acuñación de moneda, el empleo de la escritura, la adopción progresiva del latín, el uso de objetos y vestimentas romanas, la asimilación de cultos y dioses romanos.
Sin embargo, la romanización no fue homogénea ya que durante mucho tiempo continuaron conviviendo ambientes romanizados con otros indígenas. De hecho se puede decir que hubo una cierta resistencia indígena a la romanización y se siguió manteniendo la creatividad indígena en muchas de las manifestaciones artísticas y culturales, en un intento por preservar sus raíces, lo que se aprecia también en el sincretismo religioso.