La celtiberia ulterior, se ajustaría en gran medida a la zona del Alto Duero, con prolongaciones por los rebordes del sistema ibérico y central. Estaría caracterizada por dos zonas diferenciadas: al norte, en las estribaciones del Sistema Ibérico, poblados situados estratégicamente y con buenas defensas naturales, reforzadas con potentes sistemas defensivos, atribuidos por Taracena a los pelendones. Estos asentamientos basarían su economía en el aprovechamiento ganadero de ovejas, cabras y vacas, con cierta incidencia en la caza, como lo indican los restos de funa hallados, quizás practicaron un régimen trasterminancia, alternando las zonas altas y los valles de la serranía Soriana.
En la zona centro-sur de la provincia destacan poblados, relacionados con los arevacos, que ofrecen sensibles diferencias con los castros norteños, ya que se encuentran situados en cerros aislados, dominando las vegas de los ríos y sin defensas artificiales visibles, por lo que parecen más orientados a las explotaciones agrícolas, asociados a necrópolis de incineración, desconocidas en la zona castreña, con numerosas tumbas, que se disponen en las vegas de los ríos, mostrando sus ajuares una diferenciación social.